La SIDE, un Instrumento de Espionaje y Represión en Manos del Gobierno
La llamada "Secretaría de Inteligencia del Estado" (SIDE), una institución con una oscura historia de espionaje ilegal y persecución política, vuelve a ser el epicentro de un escándalo que desvela las verdaderas intenciones del gobierno de Javier Milei. La negativa del jefe de la SIDE, Sergio Neiffert, a comparecer ante la Comisión Bicameral de Monitoreo y Fiscalización de los Organismos de Inteligencia, sumada a la interna con Diego Kravetz, expone un entramado opaco y autoritario que busca dotar al Ejecutivo de herramientas para la vigilancia y el control social.

El "Plan de Inteligencia Nacional" impulsado por la administración libertaria ha encendido todas las alarmas. Fuentes periodísticas y sindicales han denunciado que este plan no es más que una hoja de ruta para la intervención y el espionaje sobre "grupos sociales vulnerables", lo que en el lenguaje de los aparatos represivos del Estado significa organizaciones sociales, sindicatos, movimientos populares y cualquier voz disidente que cuestione el modelo de ajuste y precarización en curso. La idea de "vigilar" a periodistas y analistas críticos, que ya circula en los pasillos del poder, es una clara señal de alarma para la libertad de expresión y los derechos democráticos.
La reticencia de Neiffert a rendir cuentas ante el Congreso es un acto de desprecio hacia las instituciones democráticas y un intento de mantener en la sombra las operaciones de un organismo históricamente acusado de funcionar como una policía política al servicio del poder de turno. Su fuga de la fiscalización parlamentaria, solo frenada por una supuesta "orden" de Luis Caputo, evidencia la complicidad de las altas esferas del gobierno en el ocultamiento de información sensible.
Por si fuera poco, la pugna interna con Diego Kravetz, el exsecretario de Seguridad porteño con antecedentes de cuestionada actuación policial, designado como número dos del organismo, no hace más que profundizar la preocupación. Kravetz, cuyo nombramiento fue objetado por su "falta de idoneidad" y por un polémico video donde aparece golpeando a un joven, parece ser la pieza clave para la ejecución de las operaciones más oscuras de la SIDE. La concentración de poder en sus manos, al frente del Servicio de Inteligencia Argentino, la Agencia de Seguridad Nacional y la Agencia Federal de Ciberseguridad, revela la intención de construir un aparato de control integral sobre la sociedad.
El gobierno de Milei, con su retórica de "libertad", no duda en recurrir a las peores prácticas del Estado para silenciar la protesta social y disciplinar a la población. El "Plan de Inteligencia Nacional" y la reconfiguración de la SIDE, bajo un mando que rehúye la transparencia y la rendición de cuentas, son una amenaza directa a las libertades individuales y colectivas. En un contexto de creciente malestar social por el ajuste económico, el espionaje y la criminalización de la protesta se presentan como las herramientas preferidas de un gobierno que le teme a la organización y la lucha popular. La memoria de la historia argentina exige que los organismos de inteligencia estén bajo estricto control democrático, y no al servicio de la persecución política y la represión.