Gobernadores Contra la Pared: El Ajuste de Milei Desangra a las Provincias y Agudiza la Crisis Social
La cúpula de gobernadores, con asistencia casi perfecta en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), alzó la voz ante un escenario de asfixia económica que amenaza con pulverizar las ya precarias finanzas provinciales. El pedido de audiencia al jefe de Gabinete y al propio presidente Javier Milei no es un gesto de buena voluntad, sino un grito desesperado ante la caída estrepitosa de la recaudación, la merma en los recursos coparticipables y la paralización total de la obra pública. Este panorama desolador, consecuencia directa de la política de ajuste brutal del gobierno, no solo pone en jaque la gobernabilidad territorial, sino que empuja a las provincias a una crisis social sin precedentes.

Mientras el gobierno central se ufana de un "superávit" logrado a costa del hambre y la miseria del pueblo, las provincias ven cómo se desfinancian los servicios esenciales: salud, educación y seguridad. La reforma fiscal que ahora exigen los mandatarios provinciales es una necesidad urgente, pero llega tarde. El daño ya está hecho. El modelo de Milei, que concentra la riqueza en los sectores más poderosos y desfinancia al Estado en todos sus niveles, está desangrando a las economías regionales y condenando a millones a la precariad.
La merma en la recaudación, producto de la recesión inducida por el propio gobierno, y la caída de los recursos coparticipables, que son la principal fuente de ingresos para la mayoría de las provincias, son la evidencia más clara del fracaso de un plan económico diseñado para beneficiar a unos pocos. El ahogo financiero es una herramienta de disciplinamiento, una forma de obligar a los gobernadores a someterse a la voluntad centralista y anti-popular del Ejecutivo.
Y el colmo del cinismo se manifestó cuando, tras la reunión en el CFI, ocho mandatarios corrieron presurosos a la Casa Rosada para "firmar acuerdos". ¿Qué acuerdos? ¿Acuerdos para profundizar el ajuste en sus propias provincias? ¿Acuerdos que les garanticen unas migajas a cambio de convalidar un modelo que perjudica a sus pueblos? Esta foto de la claudicación no hace más que confirmar que una parte de la dirigencia provincial, lejos de defender los intereses de sus representados, está dispuesta a transar con un gobierno que les impone el látigo.
La parálisis de la obra pública es otro de los pilares de este ataque a las provincias y a la clase trabajadora. Miles de empleos perdidos, proyectos de infraestructura vitales paralizados y el sueño de desarrollo postergado indefinidamente. Detrás de la "motosierra" de Milei no hay eficiencia, sino destrucción. Destrucción de empleo, destrucción de la capacidad productiva y destrucción de la esperanza de millones de argentinos.
Los gobernadores están al borde del precipicio, y con ellos, sus pueblos. La exigencia de una reforma fiscal debe ir más allá de la mera búsqueda de fondos. Debe ser una lucha por un modelo económico que distribuya la riqueza, que impulse la producción y el empleo, y que garantice la autonomía de las provincias frente al centralismo autoritario y empobrecedor de este gobierno. La crisis actual no es un capricho; es la consecuencia directa de una política de ajuste criminal que solo beneficia a los de siempre. Es hora de que los gobernadores, y el pueblo, se levanten en defensa de sus derechos y su futuro.