Fuego Soberano: Por Qué la Promoción Industrial Fueguina Es Trinchera de Nuestra Soberanía

Mientras el gobierno central, en su obsesión por el ajuste y la apertura indiscriminada, amenaza con desguazar el régimen de promoción industrial de Tierra del Fuego, es crucial levantar la voz y enfatizar una verdad ineludible: sostener y profundizar este esquema no es solo una cuestión económica, sino una política de Estado indispensable para la soberanía argentina en el Atlántico Sur y nuestra proyección antártica. El futuro de la provincia más austral de la Argentina no puede ser rehén de dogmas neoliberales que solo buscan desindustrializar y precarizar.

Fuego Soberano: Por Qué la Promoción Industrial Fueguina Es Trinchera de Nuestra Soberanía

Los debates "instalados" por los defensores del libre mercado, que ven en la industria fueguina un costo en lugar de una inversión estratégica, ignoran deliberadamente la dimensión geopolítica y el rol fundamental que juega Tierra del Fuego en el esquema nacional. La existencia de una matriz productiva sólida en la provincia, que genere empleo digno y arraigo poblacional, es el verdadero cimiento de nuestra presencia efectiva en un área de vital importancia estratégica, acechada por intereses extranjeros.

No es casualidad que las potencias globales miren con avidez el Atlántico Sur y la Antártida. Los recursos naturales, la posición geoestratégica y el control de las rutas marítimas hacen de esta región un punto de disputa constante. En este escenario, desmantelar la industria fueguina sería un acto de entrega, una renuncia tácita a nuestra capacidad de ejercer soberanía plena sobre un territorio clave y, por extensión, sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, y nuestra porción antártica.

El régimen de promoción industrial, con sus aciertos y errores, ha permitido el desarrollo de una base productiva y tecnológica en un punto remoto del país, que de otra manera sería difícil de poblar y sostener. Los empleos generados, las familias que han echado raíces y el conocimiento acumulado en esta provincia son activos irremplazables para la defensa de nuestros intereses nacionales. Debilitar esta estructura es hacerle el juego a quienes buscan una Argentina más dependiente y menos soberana.

El gobierno, en su afán por complacer a los sectores concentrados de la economía y a las corporaciones transnacionales, parece no dimensionar el daño irreparable que causaría al desguazar este esquema. No se trata de un mero "costo fiscal", sino de la inversión necesaria para garantizar nuestra presencia activa y defender nuestros derechos históricos sobre el Atlántico Sur y la Antártida.

La defensa de la promoción industrial fueguina es la defensa del trabajo nacional, del desarrollo regional y de nuestra capacidad de decir "no" a las presiones externas. Es un grito por la soberanía, por una Argentina con un proyecto productivo que no solo genere riqueza, sino que también fortalezca nuestra posición geopolítica. Tierra del Fuego no es una isla aislada; es una trinchera fundamental en la lucha por nuestra plena soberanía.