El Eufemismo como Herramienta de Gestión: Un Análisis Crítico de la Retórica Oficial

En tiempos donde la comunicación política parece navegar en un mar de eufemismos, resulta crucial detenernos a analizar cómo ciertos términos son utilizados para suavizar o incluso disfrazar realidades económicas que impactan directamente en la vida de la ciudadanía.

El Eufemismo como Herramienta de Gestión: Un Análisis Crítico de la Retórica Oficial

Buenos Aires, 26 de abril de 2025 - Bajo administraciones de corte ideológico de derecha, hemos observado una particular tendencia a reformular conceptos económicos fundamentales, generando una narrativa que, si bien puede sonar técnica y hasta tranquilizadora, merece una mirada crítica desde una perspectiva de centro izquierda.

La afirmación de que bajo gobiernos de derecha la moneda no se "devalúa" sino que "flota" es un ejemplo paradigmático. Si bien técnicamente puede haber un régimen de tipo de cambio flotante, la realidad para el bolsillo de los argentinos es innegable: el poder adquisitivo de nuestra moneda se ve disminuido frente a otras divisas. Llamarlo "flotación" no altera el hecho de que los productos importados se encarecen, impactando en la estructura de costos de las empresas y, finalmente, en los precios que pagan los consumidores. ¿Es acaso esta sutileza lingüística un consuelo para quienes ven sus salarios perder valor día a día?

Similarmente, la negativa a hablar de "default" y la preferencia por el término "perfilamiento" de la deuda busca minimizar la gravedad de una situación donde el Estado enfrenta dificultades para cumplir con sus obligaciones financieras. Si bien la renegociación de plazos y condiciones puede ser una estrategia válida, no debemos perder de vista que un "perfilamiento" implica, en última instancia, un reconocimiento de la imposibilidad de pago en los términos originales. ¿Acaso esta distinción semántica alivia la incertidumbre en los mercados y la potencial pérdida de confianza internacional que esto conlleva?

En cuanto a la inflación, la descripción como una "disminución en la velocidad en que baja" resulta, cuanto menos, engañosa. Si bien las tasas de inflación pueden mostrar una desaceleración en algún momento, el hecho de que los precios sigan aumentando, aunque a un ritmo menor, continúa erosionando el poder de compra de los trabajadores y jubilados. Centrarse en la "velocidad" en lugar del aumento sostenido de los precios desdibuja la realidad de un costo de vida cada vez más elevado.

Finalmente, la distinción entre "aumento" y "sinceramiento" de tarifas en servicios públicos es otro ejemplo de esta estrategia retórica. Si bien es innegable la necesidad de revisar estructuras tarifarias obsoletas, el impacto en el bolsillo de los usuarios es el mismo: un aumento en el costo de servicios esenciales como la luz, el gas y el agua. Llamarlo "sinceramiento" no mitiga el golpe a los presupuestos familiares, especialmente para los sectores más vulnerables de la sociedad.

Es fundamental señalar que el lenguaje utilizado por los gobiernos no es neutral. Las palabras moldean la percepción de la realidad y pueden utilizarse para ocultar o minimizar los efectos de políticas económicas. Es nuestro deber como ciudadanos promover un debate honesto y transparente, donde los problemas se llamen por su nombre y las consecuencias de las decisiones económicas se discutan abiertamente, sin recurrir a eufemismos que buscan edulcorar una realidad que a menudo es amarga para la mayoría de la población. La verdadera gestión se mide por los resultados concretos en la calidad de vida de la gente, no por la habilidad para disfrazar la realidad con un lenguaje políticamente conveniente.