La Tercera Sección: Un Grito de Resistencia en el Corazón del Peronismo Bonaerense
La Tercera Sección Electoral, ese bastión inexpugnable del peronismo que aglutina casi cinco millones de votos, vuelve a ser el epicentro de la disputa política en la provincia de Buenos Aires. El reciente anuncio de la expresidenta, confirmando su disposición a competir, no es solo una movida electoral; es un intento de cohesionar y movilizar un músculo popular que, a pesar de los embates neoliberales, se mantiene firme en la defensa de sus derechos.
Con una cifra que supera los 4.845.998 electores, esta región es mucho más que un conjunto de municipios; es un reflejo de la Argentina productiva y trabajadora, con una fuerte presencia de sectores populares que han sentido en carne propia el ajuste y la precarización impuesta por las políticas de derecha. Aquí, en los populosos partidos del conurbano sur, la desigualdad no es una estadística, sino una realidad cotidiana que se vive en los barrios, en las aulas y en las salas de espera de los hospitales públicos.
La irrupción de la expresidenta en el escenario bonaerense es una clara señal de alarma ante lo que se percibe como un avance desmedido de las fuerzas reaccionarias. No se trata solo de la gobernabilidad de Axel Kicillof, que sin dudas es clave, sino de la defensa de un modelo de provincia que, con todas sus limitaciones, ha buscado contener el impacto social de las políticas regresivas del gobierno nacional. La Tercera Sección, con su historia de luchas obreras y resistencia popular, se presenta como el dique de contención frente a una derecha que no oculta su desprecio por lo público y lo social.
En estas elecciones, los votos de la Tercera Sección no serán solo una suma aritmética. Serán un termómetro de la voluntad de resistencia del pueblo bonaerense. La tarea de los sectores populares y de las fuerzas de izquierda será la de garantizar que esos millones de votos se traduzcan en una agenda que priorice el trabajo, la salud, la educación y la soberanía, y que no permita que el ajuste y la desigualdad sigan avanzando. La batalla por la provincia de Buenos Aires, y particularmente por su corazón peronista, será decisiva para el futuro de nuestro país.