Peronismo: La Concordia Ilusoria en la Disyuntiva del Hachazo

El peronismo, siempre camaleónico, busca reordenarse en medio de la embestida del gobierno de Milei. La reciente condena a Cristina Fernández de Kirchner (CFK) ha funcionado, paradójicamente, como un punto de encuentro para las diversas facciones de Unión por la Patria. Sin embargo, lo que a primera vista parece una oportunidad para la unidad, se revela como un espejismo, con la falta de un acuerdo sólido entre CFK y Axel Kicillof como la grieta principal que impide una articulación efectiva frente al brutal ajuste que golpea a las mayorías populares.

Peronismo: La Concordia Ilusoria en la Disyuntiva del Hachazo

La condena a CFK, si bien genera un cierre de filas en defensa de una figura atacada por el lawfare, no puede ni debe ser el único motor de la unidad de un movimiento que se dice nacional y popular. La verdadera unidad debería gestarse en la defensa irrestricta de los derechos de los trabajadores, los jubilados y los sectores más vulnerables de la sociedad, que hoy sufren los embates de las políticas neoliberales. Reducir la articulación peronista a la defensa de una figura política, por más emblemática que sea, desvía el foco de la urgencia social y económica.

La tensión latente por la "negociación electoral en pausa" entre CFK y Kicillof es una muestra de que las prioridades internas y las ambiciones personales priman sobre la necesidad de construir una alternativa contundente al modelo de Milei. Mientras las "tribus" peronistas miden fuerzas y calculan candidaturas, el ajuste avanza sin piedad, destruyendo el tejido social y productivo del país. La falta de un liderazgo claro y unificado, que priorice la agenda de las mayorías, debilita la capacidad de resistencia del campo popular.

Se observa con preocupación cómo el peronismo parece más preocupado por su propia supervivencia interna y sus reacomodamientos de cara a futuras elecciones, que por articular una verdadera respuesta de clase ante la agresión del capital. La ausencia de un plan económico alternativo claro y la tibieza ante la ofensiva de Milei, sumada a la persistencia de lógicas electorales y personalistas, impiden que el peronismo se erija como la herramienta de transformación que el pueblo necesita en este momento crítico.

La unidad del campo popular no puede ser una simple suma de partes o un acuerdo cupular para disputar cargos. Debe ser una construcción desde abajo, anclada en las luchas de los trabajadores, los movimientos sociales y los sectores populares. Solo así se podrá construir una fuerza capaz de frenar el ajuste y sentar las bases para una Argentina más justa y equitativa. El peronismo tiene la responsabilidad histórica de decidir si se conforma con ser un actor más en el juego político del ajuste, o si asume el desafío de ser la voz y la herramienta de los que hoy están siendo más golpeados.