La motosierra de Milei: Ventas minoristas en picada, el pueblo sin consumo
La debacle económica impulsada por el gobierno de Javier Milei sigue profundizándose, y los números no mienten. Las ventas minoristas retrocedieron un contundente 2,9% en mayo, marcando el segundo mes consecutivo de caída en las operaciones comerciales. El dato, que surge del relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), es un reflejo brutal de la asfixia que sufren los bolsillos del pueblo trabajador y la pequeña y mediana empresa.

Este descenso no es una sorpresa. Es la consecuencia directa de una política económica diseñada para la transferencia de ingresos de los de abajo hacia los de arriba, con un ajuste fiscal salvaje, una licuación de salarios y jubilaciones y un festival de aumentos de tarifas y precios que ha pulverizado el poder adquisitivo de las mayorías. Cuando el pueblo no tiene plata en el bolsillo, no puede comprar, y la economía se detiene.
La cruda realidad detrás de los números:
El golpe al consumo popular
El retroceso en las ventas minoristas impacta directamente en la vida cotidiana de las familias argentinas. Menos ventas significan menos acceso a bienes esenciales, menos posibilidades de ocio y una profundización de la precariedad. La "libertad" que pregona Milei es la libertad de los poderosos para concentrar riqueza, mientras condena a la mayoría a la miseria y a la imposibilidad de satisfacer sus necesidades básicas.
Pymes al límite: Cierre de locales y pérdida de empleo
Las pequeñas y medianas empresas, motor fundamental de la economía y generadoras de millones de puestos de trabajo, son las principales víctimas de esta caída del consumo. Con ventas en baja, muchas se ven obligadas a reducir personal, recortar gastos y, en el peor de los casos, bajar persianas definitivamente. Cada local que cierra no es solo una estadística; es una familia sin ingresos, un proyecto de vida truncado y una comunidad empobrecida. El ajuste de Milei no solo golpea a los trabajadores, sino que también desangra el entramado productivo nacional.
La falacia del "ordenamiento económico"
El gobierno intenta maquillar estos datos catastróficos con la excusa de un "ordenamiento económico" necesario. Sin embargo, la realidad es que lo que están logrando es un desorden social y un empobrecimiento masivo. Un país donde la gente no puede consumir, donde los comercios cierran y donde el desempleo crece no es un país ordenado; es un país al borde del estallido.
Las cifras de CAME son una señal de alerta clara: la crisis que vivimos no es pasajera ni superficial. Es el resultado de un plan económico que beneficia a unos pocos a costa del sufrimiento de la inmensa mayoría. Es hora de que el pueblo trabajador y los sectores populares se organicen y levanten la voz para exigir un cambio de rumbo. La defensa del consumo, del empleo y de la producción nacional es la defensa de nuestra soberanía y de nuestro futuro. ¿Hasta cuándo toleraremos que nos sigan ajustando hasta la asfixia?