Industria en jaque: El plan de Milei que desguaza el sector y condena al pueblo

La industria nacional se encuentra al borde del abismo. Las políticas del gobierno de Javier Milei, lejos de buscar la reactivación económica, han configurado un escenario de asfixia para el sector productivo argentino. Un combo letal de ajuste fiscal, apertura externa desmedida, caída estrepitosa del consumo, desmantelamiento de políticas sectoriales y una apreciación cambiaria perjudicial está poniendo contra las cuerdas a miles de pymes y grandes empresas, anticipando una crisis social de proporciones.

Industria en jaque: El plan de Milei que desguaza el sector y condena al pueblo

La situación es crítica: la capacidad instalada de las fábricas se estanca, y lo que es más alarmante, siete de cada diez empresas no vislumbran una recuperación cercana. Este panorama sombrío no es producto del azar, sino de un plan deliberado que prioriza los intereses del capital financiero y exportador por encima del desarrollo productivo y el bienestar de las mayorías.

Las cinco estocadas de Milei a la industria nacional:

1. Ajuste fiscal: La motosierra que corta el desarrollo

La política de ajuste fiscal draconiano implementada por el gobierno de Milei no solo recorta salarios y jubilaciones, sino que también desfinancia al Estado en su rol de promotor de la industria. Menos obra pública, menos inversión en infraestructura y menos crédito para el sector privado significan una contracción brutal de la demanda interna, dejando a la industria sin su principal motor de crecimiento. Este recorte, presentado como "ordenamiento de las cuentas", es en realidad un golpe mortal a la posibilidad de generar empleo y valor agregado en el país.

2. Apertura externa: La vía libre a la competencia desleal

La apertura externa indiscriminada es otra de las patas del plan de desindustrialización de Milei. La baja de aranceles y la falta de control sobre las importaciones exponen a la producción nacional a una competencia desleal con productos de otros países, que en muchos casos cuentan con subsidios y ventajas fiscales. Esta medida, lejos de generar "más competencia y mejores precios", se traduce en el cierre de fábricas y la pérdida de miles de puestos de trabajo, condenando a la industria local a la obsolescencia.

3. Caída del consumo: El bolsillo vacío que no compra

La brutal caída del consumo interno es un reflejo directo del empobrecimiento generalizado de la población. La licuación de salarios y jubilaciones, el aumento descontrolado de tarifas y la inflación galopante han pulverizado el poder adquisitivo de los trabajadores. Con menos dinero en los bolsillos, las familias reducen sus compras, afectando directamente a la producción industrial que depende en gran medida del mercado interno. Este espiral descendente solo puede llevar a la recesión y a un aumento exponencial de la pobreza.

4. Desmantelamiento de políticas sectoriales: La ausencia de un plan de país

El gobierno de Milei ha optado por el desmantelamiento de las pocas políticas sectoriales que existían para fomentar la industria. La ausencia de un plan estratégico de desarrollo productivo y la eliminación de herramientas de apoyo a las pymes dejan a la industria a la deriva, sin brújula ni rumbo. Esta decisión ideológica, que pregona la "mano invisible del mercado", es en realidad la mano visible del Estado que abandona a sus productores y trabajadores a su suerte.

5. Apreciación cambiaria: Un dólar "barato" para unos pocos, una condena para la producción

Finalmente, la apreciación cambiaria, con un tipo de cambio "planchado" que no sigue el ritmo de la inflación interna, beneficia a los grandes exportadores de materias primas y al capital financiero, pero asfixia a la industria. Un dólar "barato" encarece las exportaciones industriales y abarata las importaciones, minando la competitividad de la producción nacional y profundizando el desequilibrio comercial. Esta política, lejos de ser un "éxito económico", es una sentencia de muerte para el empleo y el desarrollo industrial.

El combo implementado por el gobierno de Milei no solo amenaza la viabilidad de la industria argentina, sino que también anticipa nuevos riesgos sociales. La creciente desocupación, la precarización laboral y el aumento de la desigualdad son las consecuencias directas de estas políticas. Es urgente que la sociedad argentina se movilice para defender la industria nacional, el empleo y el derecho a un futuro con desarrollo y justicia social. La soberanía económica es la base de la soberanía popular. ¿Estamos dispuestos a dejar que desmantelen nuestro futuro?