El rol del Papa en la política internacional y la apuesta de León XIV en un contexto global en crisis

En un momento de profunda crisis global marcada por desigualdades, conflictos y el avance de las políticas neoliberales, la figura del Papa continúa siendo un actor clave en la política internacional, con un papel que trasciende lo religioso para influir en los debates sobre justicia social, derechos humanos y soberanía popular.

El rol del Papa en la política internacional y la apuesta de León XIV en un contexto global en crisis
VATICANO | AFP

Recientemente, en un contexto de tensiones geopolíticas y crisis humanitarias, se ha consolidado la figura de Robert Prevost, un estadounidense radicado en Perú, quien con el aval del Papa Francisco, ha sido nombrado como el nuevo Sumo Pontífice. Su ascenso a la máxima autoridad de la Iglesia Católica coincide con un momento en el que la Iglesia busca posicionarse como un actor que defienda los derechos de los pueblos oprimidos y promueva una visión de justicia social en medio de un sistema global que favorece a las élites económicas.

Prevost, considerado un sucesor con una visión progresista, apunta a fortalecer el papel de la Iglesia como una voz crítica frente a las políticas imperialistas y las intervenciones que perpetúan la desigualdad y la pobreza. En línea con las enseñanzas de León XIII, quien en su encíclica Rerum Novarum abogó por los derechos de los trabajadores y la justicia social, el nuevo liderazgo busca impulsar una postura más activa en la defensa de los sectores más vulnerables y en la denuncia de las estructuras que sostienen la opresión.

En un escenario global donde las potencias imperialistas continúan interviniendo en países del Sur, la Iglesia, bajo la dirección de Prevost, apunta a ser un faro de resistencia y solidaridad con los movimientos populares. La apuesta es clara: fortalecer la voz de los oprimidos y promover un cambio de paradigma que ponga en el centro la dignidad humana y la justicia social, en contraposición a las políticas que benefician a las élites económicas y perpetúan la desigualdad.

En definitiva, el rol del Papa en la política internacional sigue siendo crucial, y con la llegada de Prevost, se abre una nueva etapa en la que la Iglesia busca consolidar su papel como defensora de los derechos de los pueblos y promotora de un mundo más justo y equitativo.