El Gobierno aprieta el cinturón de los trabajadores: Impone un "cepo" salarial en Comercio y desata la furia sindical
En una escalada de ajuste que golpea directamente el bolsillo de la clase trabajadora, el gobierno nacional, con la venia del ministro de Economía Caputo, ha consumado un nuevo ataque contra los derechos laborales. Tras el vergonzoso incumplimiento por parte de supermercados y mayoristas del aumento salarial del 1,9% ya acordado en paritarias, el Ministerio de Trabajo ha convocado al gremio de Comercio y a las cámaras empresariales para imponer un nuevo acuerdo a la baja.
Esta maniobra, que evoca los peores tiempos de la ortodoxia neoliberal, no solo pisotea la legítima aspiración de los trabajadores de mantener el poder adquisitivo de sus salarios frente a una inflación galopante, sino que también sienta un precedente peligroso para el resto de las negociaciones paritarias en el país. La decisión de Trabajo, lejos de defender los intereses de los asalariados, se alinea claramente con las demandas del sector empresarial, ávido de licuar los costos laborales a costa del bienestar de millones de familias.
El malestar en la Confederación General del Trabajo (CGT) no se ha hecho esperar. La central obrera, que ya venía manifestando su preocupación por la política económica del gobierno, observa con indignación cómo se intenta imponer un "cepo" a los salarios, cercenando la capacidad de negociación de los sindicatos y debilitando la herramienta fundamental de la paritaria. La situación genera una profunda preocupación en otros gremios que también enfrentan trabas y dilaciones en sus propias negociaciones salariales, ante un gobierno que parece decidido a imponer una política de ajuste salvaje sobre los hombros de los trabajadores.
La presión ejercida por el gobierno sobre el gremio de Comercio es un claro mensaje: la prioridad es la reducción del "costo laboral", sin importar las consecuencias sociales. Se fomenta así una lógica perversa donde la rentabilidad de las empresas se antepone a las necesidades básicas de los trabajadores, quienes ven cómo sus ingresos se pulverizan día a día.
Esta ofensiva contra los salarios no es un hecho aislado. Se inscribe en un contexto de políticas económicas que favorecen la concentración de la riqueza y la precarización laboral. La flexibilización, la desregulación y ahora este "cepo" salarial son las caras de una misma moneda: un modelo económico que profundiza la desigualdad y condena a la mayoría de la población a una constante lucha por la supervivencia.
Es necesario resistir este atropello y defender el derecho a un salario justo que permita vivir con dignidad. La historia nos enseña que solo la organización y la lucha colectiva pueden frenar los embates de un poder económico y político que busca someter a los trabajadores a sus intereses mezquinos. La defensa de la paritaria libre y la exigencia de salarios dignos son banderas irrenunciables en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria.

