Viajar al Trabajo, Un Lujo Impagable: El Transporte Público se Devora los Salarios

Un nuevo golpe al bolsillo de la clase trabajadora se avecina con los aumentos confirmados en los boletos de colectivos y subte. A partir de junio, cruzar la provincia de Buenos Aires para llegar a la Ciudad se convertirá en una odisea económica, con un costo mensual que superará los $60.000 por persona.

Viajar al Trabajo, Un Lujo Impagable: El Transporte Público se Devora los Salarios

Para miles de trabajadores y trabajadoras que dependen del transporte público para sostener la rueda productiva de la capital, esta noticia representa un mazazo directo a sus ya magros ingresos. Cada viaje se encarece, erosionando aún más el poder adquisitivo y profundizando la brecha entre salarios y costo de vida.

El colectivo, ese medio de transporte esencial para la mayoría, se vuelve prohibitivo. Las promesas de un sistema de transporte accesible y eficiente quedan sepultadas bajo tarifazos constantes que no se condicen con la calidad del servicio ofrecido. Unidades vetustas, frecuencias insuficientes y un sistema que prioriza la rentabilidad de las empresas por sobre las necesidades de los usuarios son la cruda realidad que padecen a diario quienes no tienen otra opción para trasladarse.

Este nuevo aumento no es un hecho aislado, sino la continuidad de una política que descarga el peso de la crisis económica sobre los hombros de los trabajadores. Mientras los salarios se estancan y la inflación devora cualquier intento de ahorro, el costo de los servicios básicos, como el transporte, se dispara, obligando a las familias a elegir entre necesidades fundamentales.

¿Cómo se espera que un trabajador que reside en el conurbano bonaerense pueda destinar una porción tan significativa de su salario solo para ir y volver de su empleo? Esta pregunta, que resuena en cada hogar afectado, clama por respuestas y por medidas urgentes que frenen esta escalada de precios que atenta contra la dignidad y el bienestar de la mayoría.

Es hora de que el Estado asuma su rol de garante del derecho a la movilidad y deje de convalidar aumentos que solo benefician a los empresarios del sector. Se necesitan políticas de subsidio inteligentes, que prioricen a los usuarios y que promuevan un sistema de transporte público justo, accesible y de calidad para todos y todas.

La paciencia de la clase trabajadora tiene un límite. No podemos seguir tolerando que viajar al trabajo se convierta en un lujo inalcanzable. La organización y la lucha por un transporte público al servicio del pueblo son más necesarias que nunca. ¡Basta de tarifazos! ¡El transporte es un derecho, no un negocio!